"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

sábado, 8 de febrero de 2014

Precisiones acerca de los exorcismos

Ariel Edgardo Torrado Mosconi
Monseñor Ariel Torrado Mosconi
Ante las noticias de supuestos casos de posesión demoníaca y de la práctica de exorcismos es conveniente recordar que la Iglesia recomienda realizar una diligente investigación antes de acudir a este ritual, con el recurso a expertos en la vida espiritual y también, si fuera necesario, con la consulta a expertos en la ciencia médica y la psiquiatría. 
Ante estos hechos es necesario tener en cuenta que se debe evitar toda concepción mágica o superticiosa. 
Debe cuidarse mucho que el caso no se convierta en un espectáculo, guardando siempre la debida discreción.
Sólo se debe proceder cuando se tenga seguridad de la necesidad, y con el conocimiento del Obispo.
Sólo puede ser realizado por un ministro autorizado expresamente para ello, éste debe ser un sacerdote dotado de piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida.
El sacerdote debe observar el caso con la máxima circunspección y prudencia. No debe acceder fácilmente a esta práctica, sin un serio discernimiento, cuando el que sufre esta supuesta situación padece una enfermedad, especialmente de índole psicológica. De ningún modo se debe acceder al ritual por la sola afirmación de alguien que expresa estar tentado, desolado o atormentado por el diablo, pues la persona podría estar siendo engañada por su propia imaginación. Tampoco se debe administrar este sacramental cuando se trata de un caso de credulidad, que juzgan que son objeto de maleficios, de mala suerte o maldiciones, ya sea ocasionados por ellos mismos o por otras personas.
Es la Iglesia la que ha recibido la potestad de Cristo de expulsar a los demonios y repeler su influjo, por tanto los fieles católicos deben abstenerse de acudir a cualquier persona para encontrar alivio ante el temor a esta situación. 
Siempre se debe tener en cuenta que Dios es más fuerte que todas las formas del mal, y por lo tanto, los creyentes no deben temer por la fuerza del demonio que ha sido vencida por la Sangre redentora de Cristo. 
Todos deben acercarse con confianza a Dios para ser preservados del mal, tal como rezamos en la última petición del Padrenuestro, y ser liberados de toda las insidias del maligno.
La oración, el acercarse con frecuencia a los sacramentos de la confesión y la comunión, el vivir en gracia de Dios y ejercitar la caridad nos previenen en nuestra lucha contra el mal.
Debemos recordar la importancia de alejarnos de toda forma de perversión de la religión como son la magia, los curanderos, los trabajos, los amuletos, las prácticas sectarias y el
satanismo.

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